...Y después de Costa de Marfil vino Benín, donde tras 7 años de trabajo han quedado 26 proyectos que funcionan por sí mismos, totalmente sostenibles.
No se nos olvida la educación: un colegio de primaria construido gracias a la ayuda de los burgaleses a través del ayuntamiento de Burgos que es la niña de nuestros ojos. En medio de la guerra, en un barrio de desplazados de la capital del Congo, Kinshasa, 850 niños y niñas están siendo escolarizados con resultados académicos que nos dicen las religiosas responsables, que el 78% del alumnado tiene las mejores calificaciones de Kinshasa.
Ahora en otra región del interior, Kananga, la región de los diamantes, comenzamos otro proyecto educativo como es reformar y dar vida a un Instituto de Formación Profesional, “Tshibandilu” no sin problemas, porque no hace más de un año, hubo un genocidio, el cual nos hizo parar el proyecto, pero reanudado cuando hubo algo más estabilidad, se consiguió terminar y ofrecer a 1.150 jóvenes, chicas y chicos, una formación frente a la violencia extrema. Y así Guinea Bissau, Gabón, Burkina Faso y otros países a la espera como Camerún.
No nos olvidamos de mencionar los proyectos de sensibilización y educación al desarrollo, llevados en Burgos y su provincia, porque todo lo que hacemos o dejamos de hacer, en nuestro confortable mundo, tiene una repercusión en los países empobrecidos.
Descubrir que los escolares de Burgos, los jóvenes, la comunidad educativa extrapolando en definitiva a la sociedad burgalesa, es una sociedad arraigada en la solidaridad y el voluntariado. Prueba de ello es la ayuda institucional de las administraciones públicas de Burgos, así como privadas, organizaciones y personas anónimas de quienes hemos sentido todo su apoyo para hacer que otra Africa sea posible, gracias a nuestros hermanos y hermanas africanas porque son, ellos y ellas, quienes hacen que esto sea una realidad.
¡África no sólo es guerra, pobreza, hambre o enfermedad, África es esperanza!